martes, 11 de septiembre de 2018

Tierra milenaria, un canto de amor a mis raíces

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Tierra milenaria, 
un canto de amor a mis raíces

He tenido el privilegio, ya sea debido al desinterés de los que me precedieron o ya sea debido al adormecimiento histórico de los mismos, de elevar a Guadalupe a la categoría de motivo musical andino[1]. Si bien otros le han cantado, también es cierto que no salieron del criollismo (género musical asumido sin cuestionamientos ni reparos como el único género representativo de la zona). ¿Acaso nuestros abuelos (léase chimúes, moches, etc.) no soplaron sus quenas y sus zampoñas, no zapatearon al ritmo de sus waynos? Esta pregunta me colocó, desde mi juventud, frente a un incómodo silencio, a un vacío histórico. ¿Cómo es que esos elementos musicales terminaron excluidos de la música guadalupana? ¿Cómo es que dimanaron siendo elementos casi exclusivos del folklore andino?

Mi preocupación por el problema de la identidad cultural cobró firmeza y realidad con la composición de “Tierra Milenaria” (1993), cuyo título por sí solo era ya emblemático, una provocación al canon cultural, a la elite enajenada; antes de esta canción, Guadalupe siempre había sido La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe.

Si bien se había vuelto tradicional llamarle a Guadalupe, La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe, en clara alusión a su fundación y ascendencia españolas, era necesario aclarar a propios y foráneos que la fundación española no creó, ni inventó al hombre guadalupano; el guadalupano vivía aquí desde hace milenios vestido con sus propias tradiciones y costumbres como una comunidad de indios. La fundación española representó un simple acto formal de fundación[2] de un pueblo que pre existía a la llegada de los españoles.  Esta pequeña comunidad prehispánica, asentada en Omnep, es la que junto con los padres agustinos se asentaría luego en Anlape, en las faldas del cerro Namul; comunidad que finalmente se asentaría en lo que hoy es la  actual plaza de armas de Guadalupe. No hay que olvidar que este pueblo milenario recién adoptó el nombre de Guadalupe, el cual perdura hasta el día de hoy con variaciones leves, el año 1562, cuando la imagen de la virgen de Guadalupe arribó a estas tierras desde Extremadura, España. Es en memoria y tributo a estos abuelos prehispánicos, víctimas del olvido y/o desdén de sus propios nietos y autoridades, víctimas de una historia blanqueada, víctimas gratuitas en nombre de un abolengo hispano, que desde hace casi dos décadas y media difundo y exclamo: Guadalupe, tierra milenaria.

Tierra Milenaria, canción folklórica compuesta el año 1993. Primer tema en la historia musical de Guadalupe  que trae de vuelta a la memoria colectiva la ascendencia prehispánica (milenaria) y la condición mestiza del hombre guadalupano, elementos culturales casi sepultados y borrados por la expresión popular, aparentemente inofensiva: La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe. El título por sí solo enfrentaba a este problema; ni qué decir de la letra, el ritmo y la melodía.  

A paso lento, pero seguro, Tierra Milenaria se fue instalando en el imaginario colectivo como el himno folklórico de Guadalupe, como el himno alternativo (al oficial). Tierra Milenaria inicialmente fue tocada por Llakinay, un grupo humilde de Semán, como paliativo a la negación de los grupos de la ciudad. Solo algunos años después, Solnakanu, que por entonces se proyectaba desde Guadalupe, se animó a tocarla; esa aventura quedó perennizada en un video que hizo Raúl Nakasone y que se difunde por Internet. El 2004, fue grabada en AIMA Studio (Argentina) como parte de un proyecto de la Asociación Internacional de Músicos Andinos; esta versión, por su calidad, fue la que cimentó y aceleró su popularización: yo, personalmente, la difundí por la redes; también la difundió Oscar Espinoza a través de Radio G; la utilizó Laly Gálvez para realizar un video que se difunde por YouTube; la utilizó como base Manuel Álvarez Ascoy (Bambú Producciones) para realizar dos versiones no folklóricas, una de ellas interpretada por el coro “Pequeñas Voces Guadalupanas” y es difundida por Internet. Y, sobre todo, se mantuvo vigente porque Los Jara (Joe Jara, Robert Jara, Edinson Torres, Cucho Lamela, entre otros) nunca dejaron de la tocarla en cada presentación, pública o privada que tenían. Me he enterado que se canta en algunos colegios, y que, frecuentemente, se toca en ceremonias oficiales.

Estando en Puerto Rico, hurgando en la Internet, descubrí (quizá el 2000) que Tierra Milenaria había sido traducida al Muchik. La sorpresa se agrandó cuando descubrí que el traductor se llamaba Antonio Hermógenes Sachún Cedeño. ¿Sachún? Y se me vino a la memoria mi profe Sachún de historia universal, tercer año de secundaria. Averigüé más y descubrí que el traductor y mi profe eran la misma persona. Entonces recordé que tuve el privilegio de que el profe Sachún me enseñara, aunque fuera por unos meses debido a que justo ese año dejaba Guadalupe para irse a vivir a Moche - Trujillo. Fue emotivo ver mi canción en el idioma extinto de los abuelos de mis abuelos: Ejep aio, rezaba el título.

¿Y por qué valoro tanto las "interpretaciones y usos" que ha tenido mi canción? Porque han sucedido por voluntad propia y espontanea de los involucrados; es decir, no he tenido que rogar, ni implorar. Y he ahí el porqué de mi sincero agradecimiento a los que de un modo u otro ha contribuido para que mi canción se vaya escapando, en el buen sentido, lentamente de mis manos, y quizá se haga cierto lo que mi hermano Joe me dice: Robert, Tierra milenaria ya no es tuya, es del pueblo.   

A mediado de los 90, a Guadalupe, le obsequié la waynonera “Tierra Milenaria”, que está cumpliendo 25 años de existencia, y el wayno “pakatnamú”; el 2015, la plaqueta literaria Promesas al pie del barranco; el 2016, Santo remedio; el 2017, Un ateo longevo; para no perder la costumbre, este año, le estoy obsequiando la “marinera” Mi guadalupanita (estudio M Music Studio) un canto fusión a la flor del arroz, que por años Los Jara ya la vienen cantando. ¡Salud(os), Guadalupe, tierra milenaria! ¡Ejep aio!

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