miércoles, 31 de octubre de 2018

El primer disco de vinilo guadalupano


El primer disco de vinilo guadalupano

I

En la década del 1970 se popularizó el disco de vinilo, aunque su existencia  se remontara hacia finales del siglo XIX.

Cómo no recordar aquel disco negro de surcos aparentemente concéntricos que iban achicándose a medida que se acercaban al agujero pequeño del centro. El sonido grabado en éste era reproducido por el gramófono, más conocido popularmente como tocadiscos, aparato en forma de caja con un plato en la parte superior y un brazo mecánico que sostenía una aguja: era todo un ritual apreciar cómo brotaba la música por los parlantes mientras la aguja recorría los surcos del disco que giraba sobre el plato.  

Decir que en los 70 se popularizó el disco de vinilo, es relativo; pues en realidad no cualquiera podía adquirir un tocadiscos, por lo que comprar discos no tenía sentido a pesar de no ser estos muy caros; no obstante esta situación, la música por su carácter escurridizo y volátil, se filtró por puertas y ventanas y se lanzó a las calles, al viento, y así todos gozamos de la música sin distinciones; lo cual, por ejemplo, no sucedió con la llegada del televisor; pues solo podían gozar de la programación un par de familias en el barrio y aquellos extraños que tenían la suerte de ser admitidos  tras previo ruego o un pago simbólico. Por aquellos años podíamos gozar las bondades del disco de vinilo, sin que lo tengamos en casa, mediante las ondas de la histórica Radio Albújar, por ejemplo. En Semán, recuerdo, además de escuchar la música que brotaba del parlante de la radio, escuchábamos la música que brotaba de un parlante enorme que yacía en lo alto de un poste: las cumbias, los waynos, los valses, se filtraban por el viento, por la ranchería, por la pampa, por los arrozales. Así gozamos de las bondades del disco de vinilo, sin necesariamente tener uno en nuestros hogares. En casa, guardados en un viejo ropero, había algunos discos de vinilo, lo únicos que en realidad tuvimos: recién de joven, cuando los discos ya habían desaparecido, me enteré de que contenían las canciones de Los Heraldos del Norte (LHDN)[1], y que a mi padre, Nicolás Jara[2], primera voz de esta agrupación guadalupana, quizá la disquera limeña le dio como recuerdo, agradecimiento o parte de algún pago.      

II

Lo que dio origen a este texto, no fue el querer saber quién adquirió el primer disco de vinilo (y el primer gramófono o tocadiscos) en Guadalupe, pues quedaríamos en la simple anécdota; sino, más bien, el querer saber quién fue el primer guadalupano en grabar un disco de vinilo. El tratar de resolver esta inquietud echaría un poco de luz sobre la incipiente (por no estudiada) historia del arte guadalupano, en general; y, el de la historia de la música guadalupana, en particular. Es necesario recordar, con el solo ánimo de reconocer nuestro estado de conocimiento, que hace falta realizar un estudio serio y sistemático sobre el proceso y desarrollo del arte local.

Motivado por esta inquietud personal indagué entre la gente de a pie que en los 70 había gozado, directa o indirectamente, de las bondades del disco de vinilo. Tras escuchar los testimonios, corroboré lo que, desde siempre mi padre había contado orgulloso infinidad de veces en las reuniones familiares: Los Heraldos del Norte fuimos los primeros en grabar en un estudio profesional; recuerdo clarito cuando los empresarios limeños liderados por Sebastián Silva vinieron a buscarnos hasta Guadalupe. Ah, y en esa época, por si acaso,  no grababa cualquiera, como ahora…  Por lo tanto, a la luz de lo averiguado, el honor de haber sido el primer guadalupano en grabar un disco de vinilo le correspondería a LHDN, agrupación guadalupana de música vernacular integrada, desde sus inicios, por músicos humildes y desconectados de la élite musical limeña. Su primer disco, de los 08 que produjo, se grabó en Lima el año 1974 en los estudios del sello discográfico Universal, y es solo cuestión de tiempo para saber con exactitud la fecha del singular suceso. Es  menester señalar que, por añadidura, a Nicolas Jara le correspondería el honor de haber sido el primer cantante guadalupano en grabar su voz en disco de vinilo en un estudio profesional de música.

III

Cuando ya había creído resuelta mi inquietud, me enteré de repente por boca de Nicolás Jara que unos meses antes de que LHDN grabara su primer disco de vinilo, lo habría hecho un tal Ausberto Mendoza, un guadalupano, sobrino de don Felipe Costilla[3], de quien yo hasta entonces  no había tenido noticias. Lo insté a esforzar su memoria y a recordar el título de alguna de las canciones que Ausberto Mendoza habría grabado. Al rato me dijo que una de las canciones fue el vals La gran noticia. Tras otro ejercicio mental me recitó, aunque con signos de duda, una estrofa de la mencionada canción[4]. De pronto como si de algo normal se tratara, me reveló: Ausberto Mendoza fue el esposo de Lucha Reyes. ¿Lucha Reyes?, ¿La morena de oro del Perú? Calmó mi desconcierto y sorpresa diciéndome parcamente que sí. Y remató con un jactancioso: ¿No lo sabías?

Reparado de la grata sorpresa elevada a su máxima expresión, me dediqué a indagar sobre Ausberto Mendoza. Tras conversar con varios guadalupanos, entre ellos algunos músicos criollos, me percaté de que casi nadie sabía de la existencia de este músico, de que era un perfecto desconocido. En cambio la Internet, aunque no consignaba mucha información al respecto, me avisó que se trataba de un músico muy reconocido dentro del ambiente criollo a nivel nacional (su nombre aparecía siempre junto a los de la crema y nata del criollismo peruano); me avisó que era (y que es) integrante del dúo Los Caballeros del Perú, junto al reconocido músico Leoncio Bellina, natural de Chiclín; y me confirmó, sobre todo, aunque por ningún lado se mencionara que fuera guadalupano, que Ausberto Mendoza había sido el último esposo de Lucha Reyes; sí, de la morena de oro del Perú, la reina absoluta de la canción criolla[5]. Lo estéril de la búsqueda fue no hallar ningún vals titulado La gran noticia; lo que sí hallé fue la letra de una canción titulada “Perdóname”, de  Rafael Amaranto Castillo, cuyos dos primeros versos de su segunda estrofa eran idénticos a los de  La gran noticia. Puede que la memoria de mi padre haya fallado y confundido la letra de La gran noticia con la de Perdóname; o puede que simplemente le cambiara de título.

El mérito de haber sido el primer guadalupano en grabar un disco de vinilo, le correspondería a Ausberto Mendoza, de corroborarse, con evidencias físicas, que efectivamente grabó La gran noticia unos meses antes de que Lucha Reyes falleciera.[6]

IV

El asunto se volvió a complicar cuando me enteré, nuevamente, por boca de Nicolás Jara, poco antes de su muerte, que un tal Carlos Angulo había grabado un disco, unos meses antes que LHDN. La noticia me dejó frío. ¿Y por qué no me lo contaste antes? No estaba muy seguro de la fecha y porque, además, Carlos Angulo había grabado con su propia plata.

Carlos Angulo, según parece, migró de la Selva, solo, y se estableció en Guadalupe, probablemente en el Jr. Ayacucho.  Pronto empezó a participar en las actividades artísticas de la zona[7], donde se  presentaba y se hacía presentar, sin reparo alguno, como cantante y compositor, a pesar de que la gente no lo tomaba muy en serio y hasta se burlaba de él; esto último quizá se debió a que cantaba música vernacular[8]. De corroborarse esta información, el honor de haber sido el primer guadalupano, aunque no de nacimiento, en grabar un disco de vinilo, le correspondería a Carlos Angulo, músico y compositor que parece haber sido devorado por el tiempo y el espacio.

V

Si bien Ausberto Mendoza (LCDP) habría grabado poco antes que Carlos Angulo; y éste, poco antes que LHDN, no se cuenta, por ahora, con las evidencias físicas que corroboren categóricamente este ordenamiento cronológico. No obstante esta limitación, sí podemos afirmar, aunque con carácter temporal, basados en la única evidencia física que existe -08 vinilos de 45rpm-,  que el honor de haber sido el primer guadalupano en grabar un disco de vinilo le corresponde, colectivamente, a LHDN; mientras que el honor de haber sido el primer cantante guadalupano en grabar su voz en disco de vinilo le corresponde, individualmente, a Nicolás Jara, la figura más visible, representativa y popular de esta importante agrupación musical de Guadalupe.
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[1] En el artículo Los Heraldos del Norte (Robert Jara) se consigna información detallada sobre esta importante agrupación guadalupana de música vernacular, que ostenta no solo el mérito de haber grabado cuando hacerlo era extremadamente difícil, sino también, de haber sido procurada y buscada por propia iniciativa de una disquera capitalina.
[2] Nicolás Jara Carrera [20/03/1945 – 10/01/15], primera voz de Los Heraldos del Norte, (re)conocido popularmente en su tierra como “El rasca rasca”, en alusión a la canción más popular de la agrupación.  
[3] Vecino de la Manuel Banda (conocida antiguamente como la Ferrocarril) que alguna vez ostentara, aunque sin éxito, la alcaldía de Guadalupe.
[4] La gran noticia (estrofa):

Perdóname si alguna vez de ti me enamoré / Fue una obsesión la que nubló mi corazón
Nunca supe comprender que me quisiste / Nunca supe comprender que me olvidaste
                                                
Buscando en la red, teniendo como dato esta estrofa, no hallé ninguna canción  titulada  La gran noticia;  lo que sí hallé fue la letra de una canción titulada “Perdóname”, de  Rafael Amaranto Castillo, cuyos dos primeros versos de su segunda estrofa era idénticos a los de  La gran noticia. Puede que la memoria de mi fuente haya fallado y confundido la letra de La gran noticia con la de Perdóname; o puede que mi fuente simplemente le cambió de nombre a la canción.

Perdóname si alguna vez de ti me enamoré, / fue una obsesión la que nubló mi corazón.
Perdóname si alguna vez de ti me enamoré, / fue una obsesión la que nubló mi corazón.

[5] Este hecho singular se trata con amplitud en el artículo inédito: “El último caballero de Lucha Reyes” (Robert Jara)
[6] Lucha Reyes [19/07/36 – 31/10/73], conocida popularmente como La Morena de Oro del Perú, considerada como la mejor intérprete de música criolla.
[7] Por aquella época (década de 1970) había una intensa actividad cultural en La Ferrocarril, animada por el entusiasta Agustín Vélez Collas, quien lideraba la asociación Voces y Cantares de mi Barrio.
[8] Nicolás Jara fue víctima de burlas en los escenarios debido a que: 1) era campesino, 2) cantaba waynos cuando el wayno no era (muy bien) aceptado.