
viernes, 9 de noviembre de 2018
El último caballero de Lucha Reyes
El último caballero
de Lucha Reyes

Si damos fe a lo poco que La Internet nos brinda, aunque no se
especifica que Ausberto Mendoza fue el último compromiso de Lucha Reyes, sí dice que fue el
último compromiso de La Reina del Criollismo:
[…]
“En esta última etapa ya conocía a su último compromiso, el guitarrista Ausberto
Mendoza, quien con amor íntegro y desinteresado, atendía a la cantante en todo
los aspectos, y la acompañó hasta sus últimos momentos de existencia.”[3]
[…]
“Lucha gozó los tres o cuatro últimos años de su vida llena de éxitos, pero con
dificultades en su salud durante todo ese tiempo. Se dice que ya estaba ciega debido a la
diabetes cuando graba “Mi última canción”.
El guitarrista Ausberto Mendoza, su pareja, era su lazarillo, quien la
llevaba de la mano, lo ayudaba a vestirse, incluso a maquillarse.”[4]
Según palabras de mi padre, Lucha Reyes, aprovechando el regreso de su gira por el Ecuador, hizo una parada en
Guadalupe, la tierra natal de Ausberto Mendoza, poco antes de su deceso. Se hospedaron en la casa de don Felipe
Costilla Serrano[5], tío del
músico guadalupano. ¿Habrá fotos que den
testimonio de este singular suceso? ¿Hubo jarana criolla en la casa del
anfitrión? Debido al renombre y fama de Lucha Reyes, es de suponerse que este
suceso habría causado alboroto; aunque, por otro lado, teniendo en cuenta que el
barrio de La Ferrocarril era, mayormente, de migrantes de la sierra, quizá La
reina de la Canción Criolla no llamó tanto la atención y no hizo tanta noticia.
Aunque me he planteado la pregunta, no he podido dar aún con la
respuesta: ¿Ausberto Mendoza acompañaría musicalmente a Lucha Reyes, grabarían alguna canción, juntos? Aunque es posible, y por ahora solo en el
plano especulativo, lo que sí es cierto
es que a Ausberto Mendoza su unión con la Morena de Oro le ha significado un
alto costo a su propio brillo y talento; pues, cuando de nombrarlo se trata es
reducido injustamente a “méritos” casi exclusivamente conyugales y coyunturales,
como bien puede leerse en las dos citas de líneas arriba: “Ausberto Mendoza, el último compromiso de Lucha Reyes”. Y digo
injustamente porque el músico guadalupano en realidad es muy reconocido en el
ambiente criollo a nivel nacional, tanto que su dúo Los Caballeros del Perú,
que conforma junto a Leoncio Bellina, natural de Chiclín, en julio de 2012 fue
incluido en la antología de música criolla titulada: “El norte tiene lo suyo: gran reserva del criollismo”[6];
producción musical que estuvo a cargo de
Julie Freundt (producción general), Lucy Avilés (producción ejecutiva) y Willy
Terry (dirección musical) y que consta de dos discos compactos: ‘Los Hijos de
Sipán’ y ‘Los Hijos de Tallán”, con un repertorio exclusivo de canciones de compositores
e intérpretes del departamento de La Libertad, Lambayeque y Piura.
Finalmente, me pregunto, por qué Ausberto Mendoza, siendo de la talla
que es, parece desconectado de Guadalupe, su tierra natal. El hecho de haber
sido el último caballero de Lucha Reyes, de ser un músico criollo de renombre,
de ser integrante de dúo emblemático Los Caballeros del Perú, de aparecer en
antologías nacionales de la música criolla, de presentarse en programas de la
talla de, por ejemplo, Una y mil voces[7],
y casi nadie sepa que es guadalupano, es algo lamentable; pues se desperdicia
una amplia ventana, de las pocas que tiene Guadalupe para promocionarse a nivel
nacional. Esta especie de desconexión terrígena de Ausberto Mendoza, por las
razones que sea (ya por desidia, ya por desapego, ya por indiferencia…), aunque
es su derecho inalienable, no nos priva, a nosotros sus paisanos, de sentirnos
orgullosos de su talento y figura; no nos priva de jactarnos y gritar a viva
voz que el último amor de la Morena de Oro del Perú fue un reconocido músico guadalupano.
[1] Nicolás
Jara Carrera, vocalista de Los Heraldos del Norte, (re)conocido popularmente
como “El
rasca rasca” (20/03/1945 – 10/01/15)
[2] En realidad no se cuenta
con las evidencias físicas que permitan afirmar esto categóricamente. Para más
información al respecto, leer: El primer disco de vinilo
guadalupano
(Robert Jara, octubre de 2018)
[5] Vecino de
la Manuel Banda (conocida antiguamente como La Ferrocarril) que alguna vez ostentara,
aunque sin éxito, la alcaldía de Guadalupe.
[6] En esta
producción musical, fueron incluidos, entre otros, también: Nicolás
Seclén y Salvador Santisteban (Los Mochicas), Gerardo Coronado (ex integrante
de Los Trovadores del Norte), Telésforo y Freddy Chávez (Los Tacaleños).
miércoles, 31 de octubre de 2018
El primer disco de vinilo guadalupano
El primer disco
de vinilo guadalupano
En la década del 1970 se popularizó el disco de vinilo, aunque su
existencia se remontara hacia finales
del siglo XIX.
Cómo no recordar aquel disco negro de surcos aparentemente concéntricos que iban achicándose a medida que se acercaban al agujero pequeño del centro. El sonido grabado en éste era reproducido por el gramófono, más conocido popularmente como tocadiscos, aparato en forma de caja con un plato en la parte superior y un brazo mecánico que sostenía una aguja: era todo un ritual apreciar cómo brotaba la música por los parlantes mientras la aguja recorría los surcos del disco que giraba sobre el plato.
Decir que en los 70 se popularizó el disco de vinilo, es relativo; pues
en realidad no cualquiera podía adquirir un tocadiscos, por lo que comprar
discos no tenía sentido a pesar de no ser estos muy caros; no obstante esta
situación, la música por su carácter escurridizo y volátil, se filtró por
puertas y ventanas y se lanzó a las calles, al viento, y así todos gozamos de
la música sin distinciones; lo cual, por ejemplo, no sucedió con la llegada del
televisor; pues solo podían gozar de la programación un par de familias en el
barrio y aquellos extraños que tenían la suerte de ser admitidos tras previo ruego o un pago simbólico. Por
aquellos años podíamos gozar las bondades del disco de vinilo, sin que lo
tengamos en casa, mediante las ondas de la histórica Radio Albújar, por
ejemplo. En Semán, recuerdo, además de escuchar la música que brotaba del
parlante de la radio, escuchábamos la música que brotaba de un parlante enorme que
yacía en lo alto de un poste: las cumbias, los waynos, los valses, se filtraban
por el viento, por la ranchería, por la pampa, por los arrozales. Así gozamos
de las bondades del disco de vinilo, sin necesariamente tener uno en nuestros
hogares. En casa, guardados en un viejo ropero, había algunos discos de vinilo,
lo únicos que en realidad tuvimos: recién de joven, cuando los discos ya habían
desaparecido, me enteré de que contenían las canciones de Los Heraldos del
Norte (LHDN)[1],
y que a mi padre, Nicolás Jara[2],
primera voz de esta agrupación guadalupana, quizá la disquera limeña le dio como
recuerdo, agradecimiento o parte de algún pago.
II
Lo que dio origen a este texto, no fue el querer saber quién adquirió
el primer disco de vinilo (y el primer gramófono o tocadiscos) en Guadalupe,
pues quedaríamos en la simple anécdota; sino, más bien, el querer saber quién fue
el primer guadalupano en grabar un disco de vinilo. El tratar de resolver esta
inquietud echaría un poco de luz sobre la incipiente (por no estudiada) historia
del arte guadalupano, en general; y, el de la historia de la música
guadalupana, en particular. Es necesario recordar, con el solo ánimo de reconocer
nuestro estado de conocimiento, que hace falta realizar un estudio serio y
sistemático sobre el proceso y desarrollo del arte local.
Motivado por esta inquietud personal indagué entre la gente de a pie
que en los 70 había gozado, directa o indirectamente, de las bondades del disco
de vinilo. Tras escuchar los testimonios, corroboré lo que, desde siempre mi
padre había contado orgulloso infinidad de veces en las reuniones familiares: Los Heraldos del Norte fuimos los primeros
en grabar en un estudio profesional; recuerdo clarito cuando los empresarios
limeños liderados por Sebastián Silva vinieron a buscarnos hasta Guadalupe. Ah,
y en esa época, por si acaso, no grababa
cualquiera, como ahora… Por lo
tanto, a la luz de lo averiguado, el honor de haber sido el primer guadalupano
en grabar un disco de vinilo le correspondería a LHDN, agrupación guadalupana de
música vernacular integrada, desde sus inicios, por músicos humildes y desconectados
de la élite musical limeña. Su primer disco, de los 08 que produjo, se grabó en
Lima el año 1974 en los estudios del sello discográfico Universal, y es solo cuestión de tiempo para saber con exactitud la
fecha del singular suceso. Es menester
señalar que, por añadidura, a Nicolas Jara le correspondería el honor de haber
sido el primer cantante guadalupano en grabar su voz en disco de vinilo en un estudio
profesional de música.
III
Cuando ya había creído resuelta mi inquietud, me enteré de repente por
boca de Nicolás Jara que unos meses antes de que LHDN grabara su primer disco
de vinilo, lo habría hecho un tal Ausberto Mendoza, un guadalupano, sobrino de
don Felipe Costilla[3],
de quien yo hasta entonces no había
tenido noticias. Lo insté a esforzar su memoria y a recordar el título de
alguna de las canciones que Ausberto Mendoza habría grabado. Al rato me dijo
que una de las canciones fue el vals La
gran noticia. Tras otro ejercicio mental me recitó, aunque con signos de duda,
una estrofa de la mencionada canción[4].
De pronto como si de algo normal se tratara, me reveló: Ausberto Mendoza fue el esposo de Lucha Reyes. ¿Lucha Reyes?, ¿La
morena de oro del Perú? Calmó mi desconcierto y sorpresa diciéndome parcamente que
sí. Y remató con un jactancioso: ¿No lo
sabías?
Reparado de la grata sorpresa elevada a su máxima expresión, me dediqué
a indagar sobre Ausberto Mendoza. Tras conversar con varios guadalupanos, entre
ellos algunos músicos criollos, me percaté de que casi nadie sabía de la existencia
de este músico, de que era un perfecto desconocido. En cambio la Internet,
aunque no consignaba mucha información al respecto, me avisó que se trataba de
un músico muy reconocido dentro del ambiente criollo a nivel nacional (su
nombre aparecía siempre junto a los de la crema y nata del criollismo peruano);
me avisó que era (y que es) integrante del dúo Los Caballeros del Perú, junto al reconocido músico Leoncio Bellina,
natural de Chiclín; y me confirmó, sobre todo, aunque por ningún lado se mencionara
que fuera guadalupano, que Ausberto Mendoza había sido el último esposo de
Lucha Reyes; sí, de la morena de oro del Perú, la reina absoluta de la canción
criolla[5].
Lo estéril de la búsqueda fue no hallar ningún vals titulado La gran noticia; lo que sí hallé fue la
letra de una canción titulada “Perdóname”,
de Rafael Amaranto Castillo, cuyos dos
primeros versos de su segunda estrofa eran idénticos a los de La gran
noticia. Puede que la memoria de mi padre haya fallado y confundido la
letra de La gran noticia con la de Perdóname; o puede que simplemente le
cambiara de título.
El mérito de haber sido el primer guadalupano en grabar un disco de
vinilo, le correspondería a Ausberto Mendoza, de corroborarse, con evidencias físicas,
que efectivamente grabó La gran noticia unos
meses antes de que Lucha Reyes falleciera.[6]
IV
El asunto se volvió a complicar cuando me enteré, nuevamente, por boca
de Nicolás Jara, poco antes de su muerte, que un tal Carlos Angulo había
grabado un disco, unos meses antes que LHDN. La noticia me dejó frío. ¿Y por
qué no me lo contaste antes? No estaba muy seguro de la fecha y porque, además,
Carlos Angulo había grabado con su propia plata.
Carlos Angulo, según parece, migró de la Selva, solo, y se estableció
en Guadalupe, probablemente en el Jr. Ayacucho.
Pronto empezó a participar en las actividades artísticas de la zona[7],
donde se presentaba y se hacía
presentar, sin reparo alguno, como cantante y compositor, a pesar de que la gente
no lo tomaba muy en serio y hasta se burlaba de él; esto último quizá se debió
a que cantaba música vernacular[8].
De corroborarse esta información, el honor de haber sido el primer guadalupano,
aunque no de nacimiento, en grabar un disco de vinilo, le correspondería a
Carlos Angulo, músico y compositor que parece haber sido devorado por el tiempo
y el espacio.
V
Si bien Ausberto Mendoza (LCDP) habría grabado poco antes que Carlos
Angulo; y éste, poco antes que LHDN, no se cuenta, por ahora, con las evidencias
físicas que corroboren categóricamente este ordenamiento cronológico. No obstante
esta limitación, sí podemos afirmar, aunque con carácter temporal, basados en
la única evidencia física que existe -08 vinilos de 45rpm-, que el honor de haber sido el primer
guadalupano en grabar un disco de vinilo le corresponde, colectivamente, a LHDN;
mientras que el honor de haber sido el primer cantante guadalupano en grabar su
voz en disco de vinilo le corresponde, individualmente, a Nicolás Jara, la
figura más visible, representativa y popular de esta importante agrupación musical
de Guadalupe.
______________________________
[1] En el artículo Los
Heraldos del Norte (Robert Jara) se consigna información detallada sobre
esta importante agrupación guadalupana de música vernacular, que ostenta no
solo el mérito de haber grabado cuando hacerlo era extremadamente difícil, sino
también, de haber sido procurada y buscada por propia iniciativa de una disquera
capitalina.
[2] Nicolás
Jara Carrera [20/03/1945 – 10/01/15], primera voz de Los Heraldos del Norte,
(re)conocido popularmente en su tierra como “El rasca rasca”, en alusión a la canción más popular de la
agrupación.
[3] Vecino de
la Manuel Banda (conocida antiguamente como la Ferrocarril) que alguna vez ostentara,
aunque sin éxito, la alcaldía de Guadalupe.
Perdóname si alguna vez de ti me
enamoré / Fue una obsesión la que nubló mi corazón
Nunca supe comprender que me
quisiste / Nunca supe comprender que me olvidaste
Buscando en la red, teniendo como dato esta estrofa, no hallé ninguna
canción titulada La gran
noticia; lo que sí hallé fue la letra
de una canción titulada “Perdóname”, de Rafael Amaranto Castillo, cuyos dos primeros
versos de su segunda estrofa era idénticos a los de La gran
noticia. Puede que la memoria de mi fuente haya fallado y confundido la
letra de La gran noticia con la de Perdóname; o puede que mi fuente
simplemente le cambió de nombre a la canción.
Perdóname si alguna vez de ti me
enamoré, / fue una obsesión la que nubló mi corazón.
Perdóname si alguna vez de ti me
enamoré, / fue una obsesión la que nubló mi corazón.
[5] Este
hecho singular se trata con amplitud en el artículo inédito: “El último caballero de Lucha Reyes” (Robert
Jara)
[6] Lucha Reyes [19/07/36 – 31/10/73], conocida popularmente
como La Morena de Oro del Perú, considerada como la mejor intérprete de música criolla.
[7] Por aquella época (década
de 1970) había una intensa actividad cultural en La Ferrocarril, animada por el entusiasta Agustín
Vélez Collas, quien lideraba la asociación Voces
y Cantares de mi Barrio.
[8] Nicolás
Jara fue víctima de burlas en los escenarios debido a que: 1) era campesino, 2)
cantaba waynos cuando el wayno no era (muy bien) aceptado.
martes, 11 de septiembre de 2018
Tierra milenaria, un canto de amor a mis raíces
__________________________________
Tierra milenaria,
un canto de amor a mis raíces
Tierra milenaria,
un canto de amor a mis raíces
He tenido el privilegio, ya sea debido al
desinterés de los que me precedieron o ya sea debido al adormecimiento
histórico de los mismos, de elevar a Guadalupe a la categoría de motivo musical
andino[1]. Si bien otros le han
cantado, también es cierto que no salieron del criollismo (género musical
asumido sin cuestionamientos ni reparos como el único género representativo de
la zona). ¿Acaso nuestros abuelos (léase chimúes, moches, etc.) no soplaron sus
quenas y sus zampoñas, no zapatearon al ritmo de sus waynos? Esta pregunta me
colocó, desde mi juventud, frente a un incómodo silencio, a un vacío histórico.
¿Cómo es que esos elementos musicales terminaron excluidos de la música
guadalupana? ¿Cómo es que dimanaron siendo elementos casi exclusivos del
folklore andino?
Mi preocupación por
el problema de la identidad cultural cobró firmeza y realidad con la
composición de “Tierra Milenaria” (1993), cuyo título por sí solo
era ya emblemático, una provocación al canon cultural, a la elite enajenada;
antes de esta canción, Guadalupe siempre había sido La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe.
Si bien se había vuelto tradicional llamarle a Guadalupe, La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe,
en clara alusión a su fundación y ascendencia españolas, era necesario aclarar
a propios y foráneos que la fundación española no creó, ni inventó al hombre
guadalupano; el guadalupano vivía
aquí desde hace milenios vestido con sus propias tradiciones y costumbres como
una comunidad de indios. La fundación española representó un simple acto formal de fundación[2]
de un pueblo que pre existía a la llegada de los españoles. Esta pequeña comunidad prehispánica, asentada
en Omnep, es la que junto con los
padres agustinos se asentaría luego en Anlape,
en las faldas del cerro Namul; comunidad que finalmente se asentaría en lo que
hoy es la actual plaza de armas de
Guadalupe. No hay que olvidar que este pueblo milenario recién adoptó el nombre
de Guadalupe, el cual perdura hasta el día de hoy con variaciones leves, el año
1562, cuando la imagen de la virgen de Guadalupe arribó a estas tierras desde
Extremadura, España. Es en memoria y tributo a estos abuelos prehispánicos,
víctimas del olvido y/o desdén de sus propios nietos y autoridades, víctimas de
una historia blanqueada, víctimas gratuitas en nombre de un abolengo hispano,
que desde hace casi dos décadas y media difundo y exclamo: Guadalupe, tierra milenaria.
Tierra
Milenaria, canción folklórica compuesta el año 1993. Primer tema en la historia
musical de Guadalupe que trae de vuelta
a la memoria colectiva la ascendencia prehispánica (milenaria) y la condición
mestiza del hombre guadalupano, elementos culturales casi sepultados y borrados
por la expresión popular, aparentemente inofensiva: La Cuatricentenaria Ciudad de
Guadalupe. El título por sí solo enfrentaba a este problema; ni qué decir de la
letra, el ritmo y la melodía.
A paso lento, pero
seguro, Tierra Milenaria se fue instalando
en el imaginario colectivo como el himno folklórico de Guadalupe, como el himno
alternativo (al oficial). Tierra Milenaria inicialmente fue
tocada por Llakinay, un grupo humilde de Semán, como paliativo a la negación de
los grupos de la ciudad. Solo algunos años después, Solnakanu, que por entonces
se proyectaba desde Guadalupe, se animó a tocarla; esa aventura quedó
perennizada en un video que hizo Raúl Nakasone y que se difunde por Internet. El
2004, fue grabada en AIMA Studio (Argentina) como parte de un proyecto de la Asociación
Internacional de Músicos Andinos; esta versión, por su calidad, fue la que cimentó
y aceleró su popularización: yo, personalmente, la difundí por la redes;
también la difundió Oscar Espinoza a través de Radio G; la utilizó Laly Gálvez
para realizar un video que se difunde por YouTube; la utilizó como base Manuel
Álvarez Ascoy (Bambú Producciones) para realizar dos versiones no folklóricas,
una de ellas interpretada por el coro “Pequeñas Voces Guadalupanas” y es
difundida por Internet. Y, sobre todo, se mantuvo vigente porque Los Jara (Joe
Jara, Robert Jara, Edinson Torres, Cucho Lamela, entre otros) nunca dejaron de la
tocarla en cada presentación, pública o privada que tenían. Me he enterado que
se canta en algunos colegios, y que, frecuentemente, se toca en ceremonias
oficiales.
Estando
en Puerto Rico, hurgando en la Internet, descubrí (quizá
el 2000) que Tierra Milenaria había
sido traducida al Muchik. La sorpresa se agrandó cuando descubrí que el
traductor se llamaba Antonio Hermógenes Sachún Cedeño. ¿Sachún? Y se me vino a
la memoria mi profe Sachún de historia universal, tercer año de secundaria.
Averigüé más y descubrí que el traductor y mi profe eran la misma persona.
Entonces recordé que tuve el privilegio de que el profe Sachún me enseñara,
aunque fuera por unos meses debido a que justo ese año dejaba Guadalupe para
irse a vivir a Moche - Trujillo. Fue emotivo ver mi canción en el idioma
extinto de los abuelos de mis abuelos: Ejep
aio, rezaba el título.
¿Y por qué valoro
tanto las "interpretaciones y usos" que ha tenido mi canción? Porque
han sucedido por voluntad propia y espontanea de los involucrados; es decir, no
he tenido que rogar, ni implorar. Y he ahí el porqué de mi sincero
agradecimiento a los que de un modo u otro ha contribuido para que mi canción
se vaya escapando, en el buen sentido, lentamente de mis manos, y quizá se haga
cierto lo que mi
hermano Joe me dice: Robert, Tierra
milenaria ya no es tuya, es del pueblo.
A mediado de los 90, a Guadalupe, le obsequié
la waynonera “Tierra Milenaria”, que está cumpliendo 25 años de existencia, y
el wayno “pakatnamú”; el 2015, la plaqueta literaria Promesas al pie del barranco; el 2016, Santo remedio; el 2017, Un
ateo longevo; para no perder la costumbre, este año, le estoy obsequiando la
“marinera” Mi guadalupanita (estudio M Music Studio) un canto fusión a la
flor del arroz, que por años Los Jara
ya la vienen cantando. ¡Salud(os), Guadalupe, tierra milenaria! ¡Ejep aio!
viernes, 24 de agosto de 2018
La cruz de Motupe de Semán...
LA CRUZ DE MOTUPE DE SEMÁN
Robert Jara
I

Durante los primeros años la
responsabilidad de administrar la festividad en honor a la Cruz de Motupe, la
cual se realizaba en el mes de agosto, recayó en manos de la familia De La Cruz
Bances; responsabilidad que luego pasó a manos del Club Atlético Semán, luego a
la familia Aquino Guevara, para finalmente recaer en manos de la juventud
semaneña. En realidad el que hoy los jóvenes asuman esta responsabilidad hace
justicia a un pedido histórico: a inicios de los años ’90 los jóvenes de la Asociación Cultural Pachamama pedimos a nuestros
mayores la oportunidad de administrar la festividad de la Cruz de Motupe,
oportunidad que nos fue negada. Por eso
ahora los jóvenes asumen esta oportunidad como un compromiso histórico, como un
reto colectivo: darle a la festividad de la Cruz de Motupe la resonancia
popular que al inicio tenía.
Los viajes tradicionales a Motupe
concluyeron el año 1,983 cuando a la algarabía de pronto le sucedió la tristeza:
el camión rojo, cuando retornaba del norte a Semán, de las velaciones, trayendo
a los devotos, sufrió un trágico accidente que tuvo como saldo un muerto y
varios heridos. Si bien este suceso
marcó el fin de la esperada peregrinación a Motupe, no truncó la fe de los
semaneños, sino más hizo que refugiaran y ahondaran su mirada en la Cruz de
Motupe de Semán.
Doña Alejandrina Salazar (+) y don
Fermín Atalaya ayudaron, también, a preservar y difundir la festividad de la
Cruz de Motupe en Semán: los, en ese entonces, esposos administraban
familiarmente otra réplica, cuya resonancia alcanzó a toda la comunidad.
Lamentablemente esta tradición poco a poco fue perdiéndose.
Todo pueblo tiene sus expresiones culturales que lo identifica, e integra. Por eso, pueblo de Semán, lunar de arrozales, de gente humilde y trabajadora, hoy los jóvenes te invitan (e invocan) a participar de las actividades programadas en honor a la santísima Cruz de Motupe, cruz que ha peregrinado a lo largo del tiempo desde la casa de la familia De la Cruz Bances (Ranchería Vieja), a una capilla improvisada (ex casa de la familia Jara, en la hoy Av. Universitaria), y de ahí, hasta definitivamente asentarse en su propia capilla, ubicada en la actual plaza de armas de Semán.
[08 de agosto de
2011]
II

Por la tarde, con mi familia, fuimos
apurados y contentos al local de la crucecita; pues ya empezaría la procesión.
Mientras avanzábamos imaginé el local repleto de gente, imaginé a los devotos
"peleándose" por poner el hombro y cargar el anda; imaginé que en el
cielo retumbarían mil cohetes, imaginé la algarabía, la fiesta... Pero cuando llegamos al local me topé con una
triste realidad. Había apenas tres o
cuatro devotos espantando la soledad de la crucecita, masticando el incómodo silencio.
Y serían tan pocos los devotos que ni siquiera alcanzó para que cargaran el
anda, por lo que la crucecita, en su día central, tuvo que resignarse a no
salir en procesión por las callecitas de Semán, como solía hacerlo todos los
años. Recordé que nunca antes había sucedió este lamentable suceso.
Quizá este suceso simplemente refleja cómo
la religión católica ha ido perdiendo sus fieles mientras la religión
evangélica los ha ido ganando. Aquí un dato, no para ofenderse ni rasgarse las
vestiduras sino para tener en cuenta y tomar acciones correctivas, si acaso a
los católicos les interesa.
¡Semán, despierta!
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